Mucho hemos escuchado y otro tanto hablado, acerca de la importancia de desarrollar la convicción en la fe.
Desde el Gosho, el propio Daishonin nos conmina a no dudar y a desarrollar una fe cada vez más sólida: “Fortalezca su fe día tras día mes tras mes, si su determinación se debilita tan solo un instante, los demonios sacarán ventaja” (Sobre las persecuciones acaecidas al Buda).
Ikeda Sensei hace lo propio en todas sus disertaciones: “(…) La fe empieza y termina en la lucha por remontar nuestra parálisis interior”, “Sólo podemos construir una vida de victoria haciendo surgir un espíritu fuerte y poderoso, y librando una batalla resuelta contra nuestra inercia, nuestro estancamiento, nuestra apatía y negligencia, y contra todas nuestras expresiones de debilidad e indolencia interior” (Tesoros para la vida, Febrero 2003 Pág. 36)
Al mismo tiempo, nada menos que Nichiren Daishonin nos exhorta a no tener una fe ciega.
Las enseñanzas de éste budismo se basan en tres pilares inseparables: fe, práctica y estudio: “Esfuércese en los dos caminos de la práctica y el estudio, pues el budismo no existe sin práctica y sin estudio. (…) tanto la práctica como el estudio derivan de la fe…” (El verdadero aspecto de todos los fenómenos.)
En el budismo de Nichiren Daishonin, el desarrollo de una fe inamovible y de una sólida convicción, no puede asociarse de ninguna manera, como sinónimo de fanatismo. Sin embargo, al ser personas versadas en estas enseñanzas de suprema sabiduría, es muy posible que jamás pensemos que nosotros mismos podemos ser ciegamente fanáticos… pero de hecho, es así. Y podemos serlo con total naturalidad, pensándonos a nosotros mismos, como los mayores librepensadores, por el solo hecho de repetir frases excelsas como las arriba citadas, vaciándolas de contenido.
¿Cómo darnos cuenta si estamos desarrollando una fe ciega? ¿Cómo saber si hemos tergiversado en nuestro interior, la comprensión de las enseñanzas del Buda? Y lo que tal vez sea el punto crucial, “¿cómo voy a preguntarme esto, si siempre hice lo correcto: practiqué el daimoku y el gongyo, estudié, propagué, me capacité e incluso tengo tal o cual nivel de responsabilidad…”
Desde Siga la Ley, un lugar para reflexionar, nos gustaría hacer una sugerencia: no aceptemos jamás dentro de la órbita de la fe, la práctica o la organización, lo que no aceptaríamos fuera de ella.
El budismo es razón, por lo tanto, cualquier práctica o pensamiento que contradiga la razón o que tenga un tinte milagroso, es una distorsión de las enseñanzas del Buda “Porque el budismo gradualmente se ha ido trastocando, el mundo secular también se a visto sumido en la corrupción y en el caos. El budismo es como el cuerpo y la sociedad como la sombra, cuando el cuerpo se inclina, también ocurre lo mismo
Con la sombra”. Rissho Ankoku Ron
En base a esto, todo aquello que resulta injustificable en la sociedad, lo es mucho más dentro de nuestra organización. Si hay algo que resulta inaceptable en lo laboral, social, educativo, familiar, etc. lo es mucho más dentro de la Soka Gakkai y/o las actividades que le competen.
Determinados comportamientos y/o afirmaciones, que no se nos ocurrirían tener ni consentir en otro ámbito, no deberíamos justificarlos en nosotros mismos y tampoco en otros compañeros de fe y mucho menos cuando esos compañeros tienen niveles de responsabilidad mayores a los nuestros.
El límite entre la convicción y el fanatismo, es muy sutil. Por eso es tan importante la autorreflexión: “¿Iría a un consultorio odontológico atendido por mecánicos, solo porque quien está al frente es responsable?, ¿Aceptaría mantener como empleado a una persona incompetente o desleal justificando que todo es causa y efecto?, ¿Toleraría el engaño o la traición de mi pareja, o de un amigo/a, solo porque es miembro?
La respuesta es ¡No!, nadie haría algo tan absurdo en su vida cotidiana, entonces ¿por qué lo hacemos dentro de la organización?
Ante una injusticia, un atropello o algo disparatado, ¿por qué justificamos, por qué callamos, por qué miramos para otro lado?
Algunas respuestas posibles: porque no entendimos en profundidad esta enseñanza, porque no nos hemos desprendido de enseñanzas anteriores, muchas de las cuales se basan en exacerbar sentimientos de culpa, porque no hemos desplegado nuestro coraje, etc. Pueden ser muchas las respuestas posibles, pero lo cierto es que, sean cuales fueran, lo que sí hemos desarrollado es una fe ciega, y con ella, la simiente del fanatismo.
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